Opinión

Un gobierno pensado para las personas

Artículo de opinión de Javier Madrazo publicado en Noticias Obreras julio 2019.

Las elecciones generales celebradas el pasado mes de abril y los comicios municipales, autonómicos y europeos que han tenido lugar en mayo han puesto de manifiesto, entre otros aspectos, la pluralidad de la sociedad española y la consolidación del mapa político más abierto desde la instauración de la democracia, en el que conviven voces distintas, entre ellas la extrema derecha de Vox. Habrá que esperar una legislatura para saber si han venido para quedarse o son un accidente pasajero, que perderá fuerza y capacidad de influencia en los próximos cuatro años. Ojalá. Los discursos de sus representantes suponen un retroceso grave en derechos y libertades, que amenazan conquistas consolidadas que creíamos nadie podría cuestionar en pleno siglo XXI. Lamentablemente, el Partido Popular les ha erigido en sus socios naturales, incluso dándoles entrada en los gobiernos municipales, legitimando de este modo sus posicionamientos más reaccionarios.

Ciudadanos, por su parte, ha sido incapaz de negarse a un abrazo que terminará por ahogarle. Albert Rivera ha caído en una trampa de la que no podrá escapar fácilmente al haber unido sus votos a Vox. Un error que pagará antes o después y del que se beneficiará Casado, que siendo el gran perdedor de las elecciones de abril y mayo ha logrado, contra todo pronóstico, sobrevivir.

La derecha y la extrema derecha han demostrado, una vez más, su capacidad para suscribir acuerdos sin más objetivo que acceder al poder. Partido Popular, Ciudadanos y Vox han negociado sin problemas de fondo ni diferencias programáticas pactos de gobernabilidad, allí donde ha sido posible, porque los números lo permitían. La izquierda, mientras tanto, ha tardado en reaccionar, ante el estupor de su base social, en gran medida por el interés del PSOE en esperar un giro de timón de Ciudadanos, cuyo respaldo le garantizaría una cómoda mayoría absoluta y la adhesión del Ibex 35, la monarquía y la casta que existir existe en España, aunque Pablo Iglesias ya no la mencione.

Pedro Sánchez se resiste al entendimiento con Podemos, pese a que sabe que esta opción es la mejor valorada por su militancia y votantes. Basta recordar las consignas que coreaban en contra de un acercamiento PSOE-Ciudadanos la misma noche electoral en la calle Ferraz. Es cierto que Podemos no atraviesa un buen momento, lastrado por las divisiones en su seno, ni sus escaños son suficientes para apuntalar un ejecutivo estable, pero es igualmente cierto que suman 42 diputadas y diputados, y han demostrado lealtad; y por encima de todo, son la formación más sensible a las demandas ciudadanas.

La sociedad española tiene el derecho a recuperar la confianza en la política y en quienes la ejercen. Han sido y son muchos años de frustración, impotencia e indignación, que deberían tocar ya a su fin.

La crisis económica del año 2008 todavía está presente en nuestras mentes y continuamos aún pagando sus consecuencias. La desigualdad, la precariedad, la pérdida de poder adquisitivo y los recortes en prestaciones y servicios públicos son una realidad que no se puede ocultar, alardeando de una reducción del desempleo, basada en la temporalidad, los bajos salarios y las nuevas formas de esclavitud, que ahora hay quienes llaman empleo en un alarde claro de cinismo y manipulación.

El PSOE está llamado a liderar un nuevo ciclo y en sus manos está responder a las demandas ciudadanas o darles la espalda. No vale apelar a valores de progreso en campaña y después resistirse al diálogo con quienes están llamados a impulsarlos, por qué no, en un gobierno compartido. No cabe perder tiempo. Nos encontramos en una situación crítica, queramos admitirlo o no, que requiere unidad de acción entre las sensibilidades de izquierda. No se trata solo de superar el trámite de la investidura. Hace falta un programa que aborde los retos prioritarios del país y, por supuesto, que se cumpla.

El debate sobre la reivindicación de Catalunya del derecho a decidir su futuro, constituye, sin duda alguna, un elemento de fricción importante, que no puede prolongarse sine die. En esta nueva legislatura resulta razonable abogar por un diálogo sereno, responsable y efectivo, que permita buscar fórmulas que hagan posible alcanzar un acuerdo, explorando para ello propuestas de corte federal, confederal e incluso soberanías compartidas, capaces de satisfacer a todas las partes implicadas.

Persistir en la dinámica de la confrontación y el enfrentamiento estériles, sólo nos conduce a un callejón sin salida, que nos sitúa al borde del precipicio. La política con mayúsculas está obligada a diseñar soluciones y no a perpetuar los problemas. Las formaciones independentistas deben asumir la pluralidad de sentimientos e identidades en Catalunya, que las hay, del mismo modo que la sociedad española ha de ser receptiva a las aspiraciones de quienes desean poder decidir su futuro en libertad. En este camino no hay alternativas ni atajos. La democracia, si se quiere, ofrece opciones reales de pacto y convivencia, siempre que haya voluntad de avanzar y no de frenar o retroceder, como ocurre en la actualidad. Un Estado de corte federal o confederal podría ser un punto de partida interesante, que también daría respuesta a las demandas de otras comunidades autónomas como es el caso de Euskadi, por citar sólo un ejemplo.

Me preocupa, y mucho, que este tema condicione la agenda política y con intención o sin ella, oculte otros debates que inciden directamente en nuestras vidas. Cabría pensar que hay intereses oscuros en focalizar la atención en la pretendida independencia de Catalunya para obviar situaciones graves, como son, el desmantelamiento del estado del bienestar, las consecuencias del cambio climático, la igualdad plena entre hombres y mujeres, el sistema público de pensiones y el envejecimiento de la población, la calidad del empleo o el impacto en el mismo de la inteligencia artificial, que destruirá miles de puestos de trabajo en el futuro en España.

No podemos dar la espalda a éstas y a otras muchas realidades, que antes o después, se impondrán. El Gobierno de Pedro Sánchez tiene una tarea ingente por delante si pretende ganar respeto y credibilidad. Necesita socios para liderar una nueva etapa y en este punto sus únicos aliados están a su izquierda y en ningún caso a su derecha. 

Por una vez, las formaciones más comprometidas con las personas y con sus sueños han de estar a la altura de las expectativas creadas y demostrar con hechos que el cambio no sólo es deseable sino también posible.

 

¿La era de Trump?


Artículo de Antonio Álvarez-Solís.

Todo análisis, para temer ciertas posibilidades de acierto, tiene que partir de una premisa correcta. Hoy oímos sin cesar hablar de que ha empezado la era Trump. A mi parecer es incorrecto y se basa en análisis de visión corta auspiciados por un periodismo sin memoria pero con un hambre desaforada de titulares.

De lo que se trata en realidad es de un cambio de paradigma que, por primera vez en la historia de la Humanidad, es de alcance global, planetario. Como todo cambio de paradigma tuvo un punto de arranque, un periodo de gestación y una ultima fase de resolución. Repasémoslos brevemente.

Es, hoy por hoy indudable, que el gran error que lo pone todo en marcha, se produjo con la caída del muro de Berlín. Occidente, loco de alegría por la derrota del pérfido comunismo, se cogió una inmensa borrachera. Luego, se fue a la cama y tuvo un sueño, como Martin Luther King, pero en versión cutre. Los occidentales soñaron un mundo americano. Se había producido el final de la Historia y el faro de Washington iluminaría un mundo eternamente ultraliberal dirigido por una raza blanca deificada. Un mundo unipolar donde la estética y la razón nos seria suministrada por internet, la Biblia de la única y definitiva verdad.

Y aunque dicho sueño era una gilipollez, se pusieron a trabajar con ahínco en su realización. En vez de disolver la OTAN por innecesaria e invertir los recursos en solventar la creciente miseria interna en EEUU y Europa, la empezaron a expandir hacia el este.

Luego vino la nefasta guerra contra el terrorismo islámico que lo que consiguió fue expandirlo exponencialmente por medio mundo y generar un fracaso que se visualizó en la derrota de Occidente en Afganistán después de 21 años en el país. La política de sobornos y corrupción dejaron al descubierto cosas inquietantes como que las armas y el dinero no lo pueden todo. AL final unos tipos con turbante, babuchas y un simple AK-47, sin aviación, tanques ni satélites militares, nos expulsaron. Mala moraleja para la industria de guerra. Por entonces el presidente francés declaró que la OTAN estaba en muerte cerebral. Dicha organización necesitaba una guerra urgente para represtigiarse y esta es una de las razones, entre otras, de la posterior guerra de Ucrania. El resultado está a la vista.

Durante todo este periodo, en Rusia y en Europa pasaron muchas cosas. Con los gobiernos claudicantes de Gorbachev y Yeltsin, Rusia intentó un acercamiento a Occidente, pero fue rechazada por diferentes razones. Entre ellas, que una Rusia europea tendría un peso que condicionaría la evolución de Europa. Pero no se quiso tener en cuenta que la realización de la propia Europa no sería jamás posible sin Rusia. Lo vieron Napoleón y Hitler. Para este último, Rusia era el “lebensraum”, el espacio vital, donde podía asentarse población alemana y disponer de los enormes recursos de Siberia. No es una opinión, es Historia. Al fin y al cabo, quien mire mapas, se dará cuenta de que Europa no es mas que una pequeña península de la inmensidad asiática.

Angela Merkel, que provenía de la RDA, tenía una cierta visión de lo anteriormente expuesto e intentó un modus vivendi con Rusia que, por una vez, excluía el garrote. Inició un breve periodo de autonomía de Europa respecto a EEUU y fue espiada por las agencias de inteligencia de ese país que sospechaba que podría perder sus virreinatos europeos. Para Alemania y otros países fueron años de esplendor económico gracias al gas y otros productos estratégicos servidos por Rusia a precios mas que amistosos. El testamento político de Merkel fue explicito y no necesitaba de explicaciones alambicadas: Estabilidad con Rusia y socio preferente comercial China.

No se que clase de iluminados tiraron tal visión merqueliana a la basura. Seguramente gente que no miraba mapas y que ignoraron que el acceso de la economía europea a Asia, pasaba necesariamente por Rusia. También podría ser que la estrategia y los ritmos de Merkel les parecieran lentos y prefirieron la inveterada manía europea de conseguirlo todo a guantazos y por la vía rápida. Se empezó a tontear con la desgraciada idea de una Ucrania en la OTAN que ningún gobierno ruso, ni ahora ni en el futuro, podría permitir. Para EEUU, una Ucrania en la OTAN supondría la neutralización de Rusia, el posterior control de las repúblicas de Asia Central, y acabar haciendo una pinza a China por el Norte. Le voilà.

Pero ¿Que pasaba mientras tanto en los propios EEUU? Pues que los síntomas de decadencia de su sociedad se acentuaban de una manera desenfrenada. Los cientos de miles de muertos por el fentanil, los tiroteos, el racismo no superado respecto a los afroamericanos y el pavor de los blancos ante la imparable oleada de la inmigración hispana, entre otros aspectos como el fracaso sanitario o la pobreza creciente, conforman ya una imagen de una civilización que ha entrado en una fase terminal. El extremado darwinismo social de los EEUU, lo que se ha dado en llamar el “ american way of life”, el estilo de vida americano, ha perdido prestigio en un mundo que se da cuenta de lo que significa: la violencia económica de las elites sociales y en última instancia, el recurso a la guerra ante la perdida de la razón. EEUU, hoy es la Roma del siglo IV. 

Si sumamos el fracaso de la construcción europea a lo expuesto en el párrafo precedente, mas las derrotas occidentales en Afganistán y Ucrania, podemos tener el marco explicativo del advenimiento del fenómeno Trump.

Trump no representa ninguna nueva Era. Eso lo cuentan los medios de comunicación que están insertos cultural, política y financieramente en la orbita occidental. El trumpismo es una reacción tardía e histérica ante un mundo que escapa de Occidente de forma inevitable. Y es, sobre todo, una respuesta incorrecta ante el autentico motor del paradigma naciente que tiene por nombre BRICS. ¿Les suena? Ya hablaremos mas adelante.

Pero cuidado; ¿Que propone Trump en realidad? Ha hablado de forma explicita de ensanchar territorialmente los EEUU. El tema de Groenlandia donde amenaza de intervenir si es necesario militarmente, apunta formas sobre posibles pasos posteriores en territorio europeo. A partir de aquí, amables lectores tomen el texto como una especulación o simple divertimento.

Mas probable que una anexión por la vía de las armas, EEUU podría proponer algún tipo de oferta política de nuevo cuño. Esto podría extenderse a otros territorios europeos que sean proclives a una unión con EEUU como podrían ser Polonia o las Repúblicas Bálticas. Seguramente, a estas alturas, alguien habrá pensado ya que unos EEUU en dos continentes es posible. Es una opción mucho mas barata que las carísimas guerras de invasión. Además podrían emigrar a EEUU una oleada de trabajadores de esos países , perfectamente blancos, que sustituirían gradualmente a los incómodos hispanos. Se combatiría así a uno de los grandes males que pregonan los conspiranoicos que hoy mandan en Washington: La gran sustitución racial.


En cuanto al otro mensaje explicito de Trump, se ha de decir que tiene mas substancia. Hablo el ínclito presidente de enfrentarse a quienes pongan en peligro la supremacía del dólar como moneda de referencia internacional. Y esto ya ha sucedido. Es una propuesta BRICS, organización de la que ahora diremos unas palabras.

Habíamos dicho al principio del articulo que no era acertado hablar de la Era Trump. Es mucho mas acertado hablar de la Era BRICS, motor autentico del nuevo orden naciente y que ha provocado la reacción trumpista. Esta organización, que se formo entre 2009 y 2010, nació sin demasiado ruido y no se le prestó la debida atención informativa siendo tratada con cierto desdén por los especialistas. Hoy se continúa hablando poco, pero mas bien por el pánico que infunde. Es la concreción de nuestras peores pesadillas; la sustitución de la civilización blanca y
cristiana por un nuevo orden internacional donde Occidente tendrá un espacio, pero no todo el espacio.

BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia,India y China a los que se unió Sudáfrica, fue definido hace cuatro días por un comentarista, al que Dios confunda, como un simple foro de economía. Así tenemos las televisiones. Pero la realidad ya no hay alfombras que la puedan tapar. Hoy los BRICS representan al 44% de la Humanidad y, tras una primera ampliación, habrá otra seguramente en junio del presente año. Hay cola y mucha prisa para formar parte. El año pasado generaron mas riqueza que el G-7 y sus propuestas tienen cada vez mas aceptación en lo que ahora se llama el Sur Global.


El tuétano del proyecto BRICS es un mundo multipolar donde, en vez de un solo centro decisorio en EEUU, la planificación económica y la decisión política estarían repartidas entre los copartícipes. Los pasos a dar serían la desdolarización de la economía de los socios mediante la mutua aceptación de las diferentes divisas nacionales, lo que tendría dos efectos: dar valor real a divisas que hoy son poco mas que billetes de Monopoly, y la creación de una cesta de monedas que dará lugar a la aparición de la superdivisa BRICS. De forma similar se creo el Euro, El primer prototipo de la nueva divisa lo mostró Putin en una reunión en Kazajastan.

Es seguro que con el tiempo, el nuevo orden internacional que tiene su germen en los BRICS, generará instituciones financieras, de justicia y de todo tipo, que serán mucho mas representativas que las actuales, que sirven a un grupo muy pequeño de países, basicamente EEUU y Europa, a los que llamamos comunidad internacional. Pero el Mundo es mucho más grande y todos quieren jugar el partido del futuro. Un futuro que cada día es mas presente.


Alguna consideración para acabar. EL mundo de Bretton Woods, de los tratados de Yalta, Postdam o Teheran han entrado en un fallo sistémico. El fracaso del ultraliberalismo degenera en una canibalización de nuestras propias sociedades y, el humanismo cristiano, en su cuenta de resultados ha sido siempre favorable a los poderosos. Todos estos factores hicieron caer el muro de Berlín, pero no nos dimos cuenta de que se nos había caído encima.


Bordils, 13 marzo de 2025

Antonio Álvarez-Solís

 

 

Por un nuevo rumbo en la iglesia de Bizkaia

Artículo de opinión Javier Madrazo Lavín Bilbao. Julio de 2019

Escribo estas líneas desde la inquietud y la preocupación que siento ante las noticias aparecidas en referencia a la apuesta estratégica adoptada por la jerarquía de la diócesis de Bizkaia en relación a la unificación de toda la estructura diocesana en un equipamiento único, sito en el ensanche bilbaíno.

Actuación que ha sido justificada con razones más económicas o jurídicas que pastorales. Me refiero al proyecto denominado Bizkeliza Etxea o “Sede única”, objeto de contestación ciudadana, que ha generado en muchos sectores de la comunidad cristiana profundas reservas e interrogantes.

Lo hago igualmente desde la convicción de que construcción de la comunidad eclesial es una tarea que nos concierne a todos los creyentes.

Nos encontramos ante una decisión irreversible, adoptada en clave neoliberal, por un círculo reducido, sin el debate y el consenso necesarios, que a última hora se ha querido legitimar, ante los recelos existentes, dándole un barniz participativo.

Un proceso participativo apresurado, acotado en sus términos , sin información suficiente, más testimonial que real, que en nada ha contribuido a mitigar el malestar existente. Lo cuál agudiza la crisis de representación y la desafección hacia unos órganos diocesanos cuyo quehacer no es “recibido” por amplios sectores de la comunidad cristiana.

Dada la envergadura del proyecto se necesitaría una amplia información, un profundo debate y una consulta (real) a todo el pueblo de Dios. Por supuesto, que se debe apostar por la economía de escala y por la optimización de los recursos.

Parece razonable unificar y centralizar ciertos servicios y departamentos diocesanos, fundamentalmente los culturales, educativos o los medios de comunicación.

Ciertamente no tiene mucho sentido tener cuatro bibliotecas dispersas en el territorio. También parece sensato trasladar de Derio al centro de Bilbao a la fundación Labayru facilitando de este modo el acceso de la población a sus servicios de promoción, investigación y difusión de la lengua y cultura vasca. O que Radio Popular o Bizkaia Irratia puedan compartir espacio con esas instituciones si eso supone un ahorro de costes. Esta posición es igualmente válida en los casos de la escuela de Magisterio Begoñako Andra Mari, la librería Jakinbide o el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia. Son todas ellas instituciones que pueden compartir ubicación aprovechando sinergias.

La pregunta que hay que hacerse es si para albergar todas estos organismos es necesario realizar este macro-edificio.

Es sabido que en el centro de Bilbao hay muchos edificios y templos que se están quedando , o se van a quedar, vacíos .

Inmuebles que sin duda alguna, podrían ser útiles para atender las necesidades esgrimidas por el Obispado, máxime cuando desde un punto de vista de sostenibilidad económica y medioambiental parece más lógico aprovechar la ciudad ya construida que embarcarse en un proyecto urbanístico de la envergadura de Bizkeliza Etxea.

Las reservas se agudizan ante esta operación urbanística, cuando para viabilizarla es necesario llevar de socio a un organismo sanitario privado como es Mutualia. Difícil de asumir para quienes defendemos servicios públicos de calidad, entre ellos la Sanidad.

A este hecho, se une el anuncio de la Universidad de Deusto que tiene previsto inaugurar una nueva facultad de Medicina privada en Zorrozaurre para competir con el campus de Leioa, reconocido por su prestigio y buen posicionamiento. Apuesta que muchos vemos como un fortalecimiento de la sanidad privada, de unos pocos y para unos pocos, frente a la pública, de todos y para todos.

 

Para poder hacer este debate con solvencia, se necesita disponer de una información, de la que carecemos en la actualidad: situación económica de la diócesis, destino y previsiones de los locales que quedarán vacíos tras el traslado a la llamada “sede única”, así como de los edificios y templos que se prevé cerrar en un futuro cercano. Es urgente socializar y compartir de forma transparente las respuestas a estas cuestiones si verdaderamente se quiere avanzar hacia una Iglesia corresponsable donde el laicado no siga teniendo un papel secundario y subalterno.

Somos muchas las voces que entendemos que la elección de Abando como referente del proyecto Bizkeliza Etxea no es indiferente ni neutro. El lugar social desde el que desempeñar una misión condiciona la imagen, coherencia y credibilidad de quien la realiza. Carece de sentido y constituye un error, pretender centralizar y ubicar en un único edificio todas las instituciones, asociaciones, y movimientos dedicados a la evangelización y al trabajo pastoral, que hoy tienen su referencia en Barria, en pleno corazón del Casco Viejo.

Tampoco se justifica el traslado de Cáritas, organismo dedicado al trabajo en favor de la justicia y de los sectores más desfavorecidos y vulnerables, cuyos destinatarios requieren autonomía y privacidad. Lo mismo cabe decir de Lagungo, organismo de información y terapia para familias en situación de dificultades de relación y convivencia.

Este modelo hiper-centralista conecta más con una visión clerical, tenerlo todo a mano y controlado, que con una Iglesia que quiere ser verdadera comunidad de comunidades y que quiere avanzar hacia la descentralización. La imagen de Iglesia que trasmite este proyecto no tiene nada que ver con la de esa comunidad que quiere vivir en las periferias comprometida con la causa de los empobrecidos.

Se anuncian cierre de templos en base a la escasez de curas. Esto es querer seguir poniendo parches y no querer abordar de raíz el modelo de Iglesia por el que se apuesta de verdad.

Me parece que hay que planificar el futuro partiendo de las comunidades de base por pequeñas que estas sean. Cerrando locales grandes y abriendo otros pequeños en los diferentes rincones del territorio histórico. Comunidades vivas basadas en la corresponsabilidad y ministerialidad. Donde haya celebraciones de la palabra y eucaristías quincenales si no pueden ser semanales.

De la mano del Papa Francisco, se abordarán en los próximos meses, cuestiones de fondo para la Iglesia universal como son el acceso de la mujer al ministerio ordenado o el acceso al sacerdocio de personas casadas ( los conocidos como “viri probati“) que estará en la agenda del Sínodo de la Amazonía.

Creo que después de transcurridos 35 años desde la última, es momento de volver a solicitar una nueva Asamblea Diocesana. Hacer balance de lo realizado, analizar la situación presente y abordar respuestas valientes a los retos pendientes.

Dejarse llevar por la inercia, vivir de los tiempos gloriosos pasados, hacer lecturas autocomplacientes, no contribuirán a abordar los problemas estructurales que hoy tiene planteados nuestra Iglesia diocesana. Mirar para otro lado no resolverá nada. El envejecimiento de la comunidad diocesana es más que evidente. Una cosa es ser resto y otra ser residuo.

El nuevo papado sitúa a las diócesis ante su propia responsabilidad. Lo que no se haga desde las Iglesias particulares no lo podrá resolver el Papa desde Roma. Vivimos tiempos nuevos. Tiempos de esperanza. Hagamos los deberes.

 

 

El miedo condiciona el pensamiento (y el voto)

Artículo de opinión de Javir Madrazo que he publicado en Noticias Obreras. Enero 2019.

 

Las elecciones del pasado 2 de diciembre en Andalucía supondrán, con toda probabilidad, el desalojo del Partido Socialista, después de 38 años ininterrumpidos de Gobierno. La corrupción y la falta de propuestas que generaran ilusión en su base social han provocado una gran desmovilización.

La salida del gobierno debería dar paso a una regeneración total en este partido, de ideas y de dirigentes, incluidos los cuadros intermedios, si quiere volver a recuperar la confianza de sus votantes tradicionales y de los votantes más jóvenes.

Esta desmovilización en la izquierda ha afectado igualmente a Adelante Andalucía que no se ha beneficiado del retroceso del PSOE, perdiendo 3 escaños. La suma de Podemos más IU no ha funcionado. Aunque no está claro si los votantes los han perdido ahora o los tenían ya perdidos desde las elecciones generales de 26 de junio del 2016 (perdió más de un millón de votos, respecto a las elecciones del 20 de diciembre del 2015).

Nunca un partido tan joven se ha hecho tan viejo en menos tiempo. Ello debería abrir un proceso de reflexión profunda en el conjunto del partido, para analizar las causas de esta tendencia de importante retroceso que, de no remediarlo, según todas las encuestas, parece que se proyectará hacia las elecciones (municipales, autonómicas y europeas) del próximo 26 de mayo. A la vista de los últimos movimientos, no parece que esa sea la intención de la dirección. En la derecha parece que cada vez es más claro el reequilibrio de fuerzas entre el partido de Casado y el de Rivera. El PP, aunque satisfecho por mantener el liderazgo en la derecha, aunque por poco margen y con alcanzar, seguramente, la presidencia de la Junta, ve cómo pierde fuerza a marchas forzadas.

Pero, sin duda el dato más reseñable de estas elecciones, ha sido la irrupción, con gran fuerza, de Vox en el Parlamento Andaluz. La extrema derecha entra en España por el sur con más de 395.000 votos en Andalucía y suma doce escaños en el Parlamento andaluz.

La formación liderada por Santiago Abascal tiene en sus manos la llave para designar al sustituto de Susana Díaz y podemos dar por seguro, que hará valer todo su poder, pensando en las próximas elecciones europeas, municipales y autonómicas. Los comicios generales, aún sin fecha, también son un reto para Vox, que prepara toda su artillería para dar el gran salto al Congreso de los Diputados y Diputadas. Sus oponentes políticos y los medios de comunicación les han convertido en protagonistas únicos de la escena política española. Un error, sin duda alguna, porque se les brinda una publicidad que no merecen, sus ideas y su discurso son contrarios a los principios democráticos y a la convivencia.

España, lamentablemente, no puede presumir ya de ser un referente en Europa por su condición de territorio libre de la extrema derecha organizada con presencia institucional. Austria, Alemania, Suecia, Holanda, Grecia, Noruega, Finlandia, Polonia, Hungría, Letonia y Eslovaquia conviven con una extrema derecha consolidada con porcentajes de voto que se sitúan entre el 15 y el 20%.

Son muchas las causas que pueden estar en el origen de este fenómeno, pero entre todos ellos cabría destacar tres, comunes a todos los países europeos: el desmoronamiento de la clase media, el envejecimiento de la población y el miedo a un futuro incierto que no invita al optimismo y condiciona el pensamiento.

La crisis económica del año 2008 y la imposición de los recortes sociales como única receta ante la debacle han traído como consecuencia el empobrecimiento de millones de personas, que han perdido toda esperanza en un futuro mejor y culpan a los responsables políticos por su incapacidad para resolver sus problemas y atender sus necesidades.

En este contexto, a mucha gente le resulta difícil confiar en un modelo de convivencia que promueve la desigualdad y amplía la brecha entre quienes lo tienen todo y quienes carecen de lo más básico o viven bajo la presión de poder perder el empleo.

La extrema derecha en España, como ocurre en Europa, no se nutre solo del voto que añora el franquismo o se considera fascista. Son, en muchos casos, personas frustradas e impotentes ante situaciones que perciben como amenazas. Las formaciones de izquierda tienen la responsabilidad de transmitir empatía a quienes se sienten vulnerables y generar un clima de confianza y esperanza, en un futuro mejor y más justo.

Es cierto que debates complejos como la independencia de Cataluña, la gestión de la inmigración, la viabilidad del sistema de pensiones, ahora en cuestión, o la necesaria cohesión social no parecen fáciles de resolver. Sin embargo, resulta urgente poner sobre la mesa propuestas sensatas, razonables y consensuadas. Las fuerzas progresistas deben liderar un nuevo ciclo, que solo podrán ganar si toman decisiones que les permitan reconectar con la mayoría social. Si permanecen pasivas o se muestran a la defensiva contribuirán a su fortalecimiento.

Vox encierra muchos peligros. Las personas inmigrantes, las mujeres y los colectivos más desfavorecidos son víctimas de sus políticas. No es necesario que ocupen puestos de responsabilidad. Están haciendo que PP y Cs haciendo giren aún más hacia su derecha. Pero su influencia penetra incluso en fuerzas de izquierda. Está teniendo ya un impacto en la posición del Ejecutivo socialista en funciones, respecto a Cataluña o a la inmigración.

Es urgente que las formaciones que impulsaron la moción de censura contra Mariano Rajoy aparquen la confrontación permanente. Hay espacio para el diálogo y el acuerdo. La economía tiene que anteponer el bien común a la acumulación en pocas manos, debe ser más inclusiva y perseguir como meta una mayor igualdad. Blindar los derechos sociales debe ser una prioridad sin matices de la izquierda; socializar un relato humano sobre la inmigración y su rol en el desarrollo económico y el crecimiento, una urgencia.

Hay que ganar a la extrema derecha con hechos convincentes, con argumentos sólidos, y no con proclamas incendiarias, que sólo la alientan y la alimentan. La ciudadanía exige saber que su vida será mejor cada día; si no recibe garantías desde la izquierda, comprará la mercancía averiada que le ofrece la extrema derecha.

Estamos en una encrucijada y no caben atajos. José Mujica, expresidente de Uruguay, lo ha dicho en más de una ocasión: «La izquierda se divide por sus ideas mientras que la derecha se une por sus intereses». La alianza en Andalucía entre el Partido Popular, Ciudadanos y Vox le da la razón. Las fuerzas de progreso deben actuar con inteligencia sin equivocarse en un momento histórico, en el que la recuperación de derechos sociales perdidos, la justicia y la igualdad son el mejor antídoto contra el pensamiento ultra.

Compromiso ciudadano

Artículo de opinión de Javier Madrazo Lavín publicado en Noticias Obreras, octubre 2018

El nuevo curso político en España se presenta bastante agitado , en un contexto complejo marcado por la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, el debate sobre el derecho de autodeterminación en Catalunya, las elecciones municipales-autonómicas-europeas del próximo año y las amenazas que se ciernen sobre una pretendida recuperación económica, que ofrece síntomas de ralentización cuando aún no hemos vivido los anunciados beneficios en el empleo y la superación de las desigualdades provocadas como consecuencia de la crisis.

El futuro está lleno de incertidumbres, al menos, a corto plazo. Los partidos políticos y sus responsables, lejos de poner sobre la mesa soluciones a los problemas reales del país, han decidido centrarse en disputas permanentes sobre másteres que no lo son, supuestos plagios a tesis doctorales, bandos enfrentados por poner y quitar lazos amarillos en el espacio público o llamamientos a unos nuevos comicios por parte del Partido Popular y Ciudadanos, que chocan contra las apelaciones del presidente del Gobierno a la estabilidad de su gabinete.

Si bien, por parte de mucha gente, se vivió con alivio la salida del PP del Gobierno, no es menos cierto que hay una amplia demanda social reclamando al ejecutivo de Sánchez pasar de la política de gestos (exhumación restos de Franco, supresión parcial de los aforamientos...) a la política de hechos y de respuestas.

Hubo una mayoría parlamentaria para hacer prosperar la moción de censura y desalojar de la Moncloa a la derecha, ante los continuos casos de corrupción. Queda por ver qué posibilidades existen de cohesionar a ese conjunto de grupos, con idearios muy distintos en materia económica, laboral, fiscal... a la hora de llevar adelante las medidas y reformas que permitan avanzar hacia una mayor justicia social.

Hay un conjunto de retos y preocupaciones, que tiene hoy la sociedad española, particularmente las clases populares, y que deben ser las principales prioridades de las formaciones políticas en el inicio del curso político: la precariedad laboral, los bajos salarios, la carestía de la vivienda, la pobreza energética, el futuro de las pensiones, el recorte de derechos y libertades, la atención a las personas dependientes, la inmigración que llama a nuestras puertas, la dualidad social...

Así mismo, es necesario mencionar determinados conflictos globales como son: las consecuencias del cambio climático, el auge del racismo y la xenofobia, que tantos réditos está dando a la extrema derecha en Europa, la proliferación de las fake news y la manipulación de la información, claves en el triunfo de Donald Trump, el envejecimiento progresivo de la población o el impacto en el empleo de la ingeniería artificial. Todas ellas materias cruciales para nuestro futuro, nuestro bienestar y nuestra propio modelo de democracia, que, a tenor del silencio que mantienen al respecto, parecen no inquietar a quienes están llamados a dirigir el país, más allá de siglas y militancia.

El profesor Yuval Noah Harari, autor de "Sapiens" y "21 lecciones para el siglo XXI'", sostiene que el ser humano se ha quedado sin un relato que le ayude a entender el mundo y ello ha provocado desafección y pérdida de confianza. En su opinión, quienes se dedican a la actividad pública también desconocen el impacto en nuestras vidas de realidades como la biotecnología o la sustitución progresiva de las personas por robots en el ámbito laboral y por ello optan por confrontaciones en muchos casos sin trascendencia para ocultar sus incapacidades. Puede ser ésta una buena explicación para comprender el porqué del Brexit, el ascenso de la extrema derecha en muchos países de Europa, la permanencia de Donald Trump en el poder o la tensión que acompaña la actualidad política en España, que lo enmaraña todo para no decidir nada.

Nos hicieron creer que el modelo liberal dominante nos garantizaría progreso, igualdad, más derechos humanos, más servicios ofrecidos por los Estados, prosperidad a un mayor número de pueblos y paz frente a las guerras. Hoy sabemos que no será así y el desencanto, la indignación y la perplejidad son sentimientos compartidos y extendidos.

Ojalá actúen como motor para exigir respuestas y nos permitan tomar conciencia del momento en el que nos encontramos para transformarlo. La fuerza del cambio no llegará ni de las élites ni de muchos de quienes ejercen hoy el poder; sus esfuerzos están centrados en defender sus intereses y su permanencia. Nos corresponde a la ciudadanía alzar la voz y sustituir la apatía que produce la desesperanza por una revolución pacífica, democrática e ilusionante que nos ayude a pensar que en el año 2030 el mundo será un lugar mejor y más justo.

El potencial del movimiento feminista y las reivindicaciones de las personas jubiladas en España nos marcan un camino a seguir.

 

Lo que de verdad importa

Artículo de opinión de Javier Madrazo, publicado en EL CORREO, febrero 2018

Nunca en la historia de la humanidad hemos vivido una etapa más favorable para poder recibir y emitir información. Internet abrió la puerta a la globalización y las redes sociales nos garantizan conectividad plena todos los dias del año y a todas horas. Un solo click en nuestro móvil nos acerca hasta el fin del mundo. Pensamos que, por fin, el acceso a una información plural y veraz, reconocida por la Constitución en su artículo 20, sería una realidad vinculada al desarrollo de las nuevas tecnologías. ¡Que equivocados hemos estado! Nos imaginábamos más libres y, en cambio, somos más cautivos. La era de la información ha dado paso a la era de la desinformación por exceso e incapacidad para procesarla, pero, aún más importante, por la ocultación de hechos y datos relevantes que son sustituidos por otros que no tienen ninguna incidencia en nuestras vidas. Todo ello, además, sin contar con el nuevo fenómeno de las noticias falsas, difundidas por servicios de inteligencia e intereses ocultos, con el objetivo de condicionar la voluntad de la opinión pública e influir en sus decisiones y actitudes. Recientemente, Oxfam-Intermon, salpicada ahora por el escándalo de Haití, ha hecho público un informe estremecedor, que pone en evidencia el modelo de sociedad que estamos construyendo. Es sólo un ejemplo más que nos puede ayudar a entender cómo se manipula y se utiliza la información en el siglo XXI

El estudio, elaborado por la organización no gubernamental de cooperación, es un documento serio, riguroso y bien argumentado, con datos concluyentes que hubiera merecido una mayor difusión de la que ha tenido. Sin embargo, no ha sido asi y cabría preguntarse el porqué. La respuesta parece obvia. El "ciclón" catalán arrasa con todo, ajeno a la sensación de hartazgo que el tema genera en una parte importante de la población, cansada a estas alturas de la omnipresencia del "procés". Es cierto que se trata de una cuestión de Estado, con un impacto directo en el futuro del modelo territorial y la convivencia; ahora bien, es igualmente cierto que el empobrecimiento, la desigualdad, la precarización y los recortes en protección social, que con tanto acierto denuncia Oxfam-Intermon, provocan graves consecuencias en la vida de millones de hombres, mujeres y familias.

En un contexto pretendidamente optimista, según nos quieren hacer creer, en el que la crisis económica parece quedar atrás, el panorama resulta desolador. En 2016, más de 10.6 millones de personas vivían en España por debajo del umbral de la pobreza; un total de 600.000 hogares no contaba con ningún ingreso y el 28 por ciento de la población se encontraba en riesgo de exclusión.

Nos enfrentamos a una situación alarmante, que deberia centrar la intervención de instituciones y partidos políticos, especialmente aquellos que aspiran a representar los principios de la izquierda. Me refiero al PSOE y a Podemos en el Estado y a Bildu en Euskadi. Deben recuperar discursos tan necesarios como la igualdad, el empleo estable y bien remunerado o la redistribución equitativa de la riqueza. Hay que buscar fórmulas efectivas y pactadas para responder a las demandas legítimas de Catalunya, pero el debate independentista no debe eclipsar otras cuestiones como son la dignidad y los derechos humanos. La "brecha" tradicional entre ricos y pobres es ya un abismo que se hace más profundo a medida que la macroeconomía permite intuir una recuperación que el Gobierno aplaude como propia, los medios y tertulianos afines al poder difunden y la oposición no termina de rebatir con firmeza y convicción, presa de la urgencia de los informativos hoy limitados a los avatares de Carles Puigdemont. En este escenario, resulta complejo concentrarnos en el hecho de que en España entre 2007 y 2016 el 10 por ciento más pobre ha visto disminuir su participación en la renta nacional en un 17 por ciento, mientras el 10 por ciento más rico la ha incrementado en un 5 por ciento, y el 1 por ciento más rico en un 9.

El crecimiento favorece cuatro veces más a los más ricos que a los más pobre. No es mi intención caer en la trampa fácil de la demagogia sino alertar sobre el consumo orquestado de información, no siempre veraz ni relevante, a la que estamos sometidos. Hay muchos modos de ejercer la censura y ésta práctica propia de las dictaduras también se hace presente en las democracias, aunque sea de un modo sutil. Extender un manto de silencio sobre hechos relevantes es una técnica habitual de manipulación tan extendida como lo es el bombardeo continuo de noticias sin trascendencia que copan primeras páginas y horas ininterrumpidas de programas de radio y televisión. Desconocemos cuál será el futuro de las pensiones, si recuperaremos o no los derechos perdidos en los años de crisis o si en algún momento la banca devolverá el dinero de todos invertido en su rescate. Incluso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se atreve a decir que no toca hablar de la brecha salarial de género, una cuestión que implica a más de la mitad de la población española.

Sin embargo, lo sabemos todo de los exiliados y presos del conflicto catalán. Lo que almorzaron en la cárcel el dia de Año Nuevo, la casa en la que Carles Puigdemont pasa los fines de semana o las cervezas que consume en una terraza de la Grand Place, en Bruselas. Cuando pregunto en mi entorno por el "procés" no puedo dejar de percibir cansancio en personas defensoras del derecho a decidir, debido al hastío que sienten ante tanta avalancha de datos que no les incumben y que han logrado distraer la atención sobre la cuestión de fondo: ¿si es legítimo reivindicar la independencia por qué se considera un delito convocar un referéndum y que sea la ciudadanía afectada quien se pronuncie?

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